Hoy voy a sacar a pasear al pequeño neoliberal que llevo dentro. Que es igual que el vuestro, pero un poco más bajito.
Imaginad por un momento que sois empresarios. Tenéis una plantilla de más de dos trabajadores y tenéis que apuntarlos, por imperativo legal, a una mutua. Claro, es por el bien de todos, pensaréis. Así cuando pase algo, los tratarán y devolverán al trabajo cuanto antes.
Primer error.
Pensad que lo primero que hacemos en estos sitios es echar balones fuera. Ya os lo sabéis.Esto ya lo tenías. Esto es por la edad. El desgaste. El deporte. Estás muy gordo. Lo que sea. Pero esto no es laboral y te vas a la Seguridad Social.
Sin entrar en las formas, e ignorando el hecho de que un cuadro previo puede empeorar como consecuencia del trabajo y considerarse laboral, no hay que ser muy inteligente para ver que el resultado es una persona que tendrá que esperar a que la lista de espera de la Seguridad Social le permita ser atendido y tratado. De momento, aquello de "tratamiento temprano y vuelta al trabajo", ni en pintura.
Ahora pongamos el caso contrario. Es laboral. Sea porque es algo muy evidente (te ha caído un motor de 500 kg en el pié) o porque eres el jefe comercial de una empresa con 1300 empleados asegurados en la mutua y no te vas a pagar el fisio por haberte caído con la bici haciendo descenso. Te ven los médicos y, con más pena que gloria, acabas en rehabilitación.Genial, piensas, ahora si que voy a ir para arriba.
Segundo error.
Tu dolor de espalda o tu fractura en el pié van a ser tratados, de manera invariable, con una combinación de tratamientos (suelen ser tres) que la evidencia y el tiempo han demostrado que no sirven para nada: te pondrán calorcito donde te duela, te dirán que juegues con unos juguetes caros pero muy viejos (pelotitas, tornillos y palitos) hasta que se haga la hora de irte, y te darán calambrazos gratis, oiga, que me los quitan de las manos. [Sin ir más lejos, hace menos de un mes tuve la suerte de ver como una profesora , fisioterapeuta e inglesa para más señas, escuchaba avergonzada los "tratamientos previos" de los pacientes que la empresa llevó al curso como "ejemplos". Si ese día no conseguí que me tragara la tierra, no lo conseguiré nunca].
Y lo dicho. Si tienes suerte, te pondrán algún ejercicio. Y si tienes más suerte aun, tu quiosquero te recomendará que vayas a la piscina (el mejor consejo de salud que te habrán dado hasta el momento, si no contamos aquel "sujete usted ese dedo con un pañuelo, que voy a buscar hielo para meterlo en una bolsa").
Y de las cirugías ni hablamos. Sabemos que los codos no van cada al aire, pero al mes y medio los operamos por si acaso, y que vale, no hay que operar hernias a cascoporro, pero algo tienen que hacer los chicos del hospital...
Vamos, que tampoco es que el dinero de los contribuyentes (el tuyo) y el de tu empresa estén sirviendo para mucho.
Vale, dirás, entonces buscaremos una mejor.
Ja. Tercer error.
Va a ser que no. Aquí hay café para todos, y en todas partes es igual (miento, en algunas es peor). Antes aún te regalaban algún botiquín, pero ahora no hay mucha diferencia entre contratar una u otra, salvo, quizá, la distancia de tu empresa al centro más cercano.
Así que, como el que no quiere la cosa, el sistema que vela por la salud de los trabajadores, en manos de una gestión bastante privada (y más que lo va a estar), no destaca precisamente por su calidad. Pero como casi todo lo importante en este país, usted no puede elegir. Es lo que hay, y aquí tiene la cuenta.
Dicho de otro modo. Yo me machaco dos dedos en una prensa hidráulica. Me los reconstruyen y me mandan a rehabilitación. Me ve un señor (o señores) que tienen la misma formación especializada en mano que en fontanería. Yo quiero ir a que me vea otro señor que sabe mucho de esto, pero no puedo elegir. Mi futuro (recordemos que trabajo con las manos, como casi todo hijo de vecino), depende de un grupo de personas, vamos a decirlo, con una preparación sub-óptima para abordar mi caso. Y no puedo hacer nada.
Por no hablar de que aquí tus jefes tienen línea directa con los jefes de tu médico, y pueden presionar (y lo harán, no te quepa la menor duda) para que te den la patada cuanto antes. Que esta presión surta efecto depende de las tragaderas de médicos y fisios, pero digamos que en los tiempos que corren, no hay muchas ganas de discutir. Ya me entendéis.
Si quiero algo mejor, me lo tengo que pagar yo. Y aún así, lo normal es que si se enteran en la mutua de que voy por mi cuenta a algún sitio, me caiga una bronca de campeonato y me amenacen con el alta.
Soy consciente de que liberalizar los mercados raramente funciona para mejorar la calidad del servicio (si no, mirad la luz y el gas últimamente), ni abarata los precios.
Pero, si como usuario no estoy satisfecho con el servicio ¿Puedo elegir? ¿Tengo alguna opción? ¿Puedo, en caso de que me tengan que operar, decidir que no me opere ese traumatólogo que dice en quirófano "este muerto no me lo como yo" cuando cree que el paciente está dormido?
Hasta donde yo sé, no.
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