EL PROBLEMA NO ES EL DOLOR

El dolor te hace sufrir, pero no te destruye. El problema es la soledad engendrada por él. Es lo que te mata lentamente, lo que te aisla de los demas y el mundo.Y lo que despierta lo peor que hay en ti.

martes, 1 de abril de 2014

POESÍAS DEL DOLOR PARA LA CUEVA DEL AÑO X

VIVIR EN MUERTE
La mierda rebosa el vaso tras diez años de desidia,
la paliza de la droga me conduce hacia el ocaso.
El dolor es lo de menos, la incomprensión crece día a día
y el cansancio general no traerá momentos buenos.
La carga se hace tan extensa que lo físico y lo psíquico multiplican el seguro fracaso.
Hastiada en una frustración contínua que como la metástasis invade cada célula.
Cada día mas lejos de mí, los lazos pierden los hilos conductores.
Cada día mas marciano, a años luz alejandome de todos a gran velocidad.
La vorágine selecciona la especie, es la ley de la muerte en vida.

EL VIEJO TÚNEL
La confortable burbuja aseguró mi supervivencia
pero como un plástico roído se deshace,
cae a trozos dejando ver la frágil estructura.
La pecera tiene fecha de caducidad.
Sin salida, en un largo tunel sin luz al fondo,
debí elegir el sentido equivocado,
pero ya es tarde para arrecular.
Me desnudo y abrazo mis rodillas,
me desplomo sobre un suelo helado.
Respiro profundamente una y otra vez
entrando en una relajación especial.
El último suspiro entorna mis ojos
enrojecidos por el llanto eterno.

EL PASAJERO
El dolor llegará a vuestras casas
entrará en vuestras camas,
arropará a los niños,
besará a tu amor.
Te desnudará y hará de tí
algo que no reconoces.
La pérdida de autoestima
cerrará las puertas de tu jardín
y las plantas no podrán sobrevivir.
Todo lo que era y pensaba desapareció,
se esfumó como el humo.
Soy un pasajero extraño en un envoltorio
muy parecido al del pasado.
Un amigo yace en la cama,
lo habita un ser ajeno
del que no se absolutamente nada de nada.


EL MARCHITADOR
Se marchó tantas veces y tan lejos, que
cada día que volvía, traía menos de si.
Había tan poco y malo que ofrecer...
La cueva se había convertido
en una esponja energética que 
absorvía lo poco que tenía.
La humedad y las piedras
cortaban con sólo rozarlas,
las heridas apenas cicatrizaban.
Su piel era una fibrosis callosa,
La fuerza de la nube
atenazaba su frágil alma
y el corazón dejó de moverse.

Unos brazos la agarraron cuidadosamente
y ya en el exterior ella acarició su pelo.
Un cálido beso la devolvió a la vida.
Juró no volver a adentrarse a la cueva del marchitador.

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