EL PROBLEMA NO ES EL DOLOR

El dolor te hace sufrir, pero no te destruye. El problema es la soledad engendrada por él. Es lo que te mata lentamente, lo que te aisla de los demas y el mundo.Y lo que despierta lo peor que hay en ti.

miércoles, 13 de enero de 2016

LA FÁBULA DEL FAKIR ACRISTALADO


El Fakir Acristalado no era fakir por vocación, antaño tocó la batería y hacía números de payaso equilibrista, recorriendo medio mundo con un espectáculo circense-musical. Eso ocurrió hace años, la chispa del circo se fué apagando y sus compañeros habían tomado caminos diferentes hartos de viajar, unos abandonaron y otros se profesionalizaron en otros circos de mayor calado.
El día que marcó ese punto de inflexión fue el que la atracción principal, el Gran Fakir , se vino abajo por una enfermedad que nadie conocía en ese momento, el gran fakir comenzó a sentir un dolor en las extremidades que nunca había notado, lloraba de dolor en su caravana, primero fueron las muñecas y los tobillos, luego los brazos, las piernas, el dolor lo inundó todo y los médicos y compañeros no lo entendían. Se supone que un fakir controla con la mente cada parte de su cuerpo, pero este dolor le superaba.
Se enganchó a la morfina y la heroína y apenas salía a comprar mas cuando no había nadie que se lo proporcionara. Su humor era como una montaña rusa y poco a poco fue perdiendo el contacto con el exterior. La soledad y la droga lo fué abrazando mortalmente.
La fibromialgia fué matando lo que quedaba de persona en el personaje y el gran fakir saltó al vacío una noche fría sobre la pista central del Circo Continental. Nadie estaba preparado para ese golpe y los pocos integrantes del mayor espectáculo del mundo abandonaron sus caravanas, dejaron todo  en el descampado de las afueras de la ciudad, emprendieron cada uno su camino sin mirar atras.
Solo quedaron dos, tumbados en la cama que está sobre la cabina del conductor del camión principal, echando humo con su palo humeante tardaron varios días en darse cuenta de que se habían quedado solos con un cadaver lleno de cicatrices.
Decidieron buscar nuevos números para continuar con el espectáculo itinerante y tras varios años de busqueda consiguieron reunir un buen número de equilibristas, magos y payasos. Lo mas difícil iba a ser encontrar el Fakir que ponía la platea en pie cada tarde con sus tragadas de bombillas, espadas turcas y su manejo del fuego .
 Una tarde abrieron la vieja caravana del Fakir y encontraron varios libros muy viejos, algunos escritos en hindú, que desvelavan los secretos de la concentración y el poder del autocontrol. Uno de ellos los cogió y decidió aprender el oficio.
Durante dos años nuestro hombre estudió las respiraciones, dormía en cama de clavos y se preparó una faja del dolor. La faja del dolor consistía en abrir en canal un corsé tipo cancan y romper en una toalla cristales de diferentes grosores, Jarras de agua, de cerveza, lunas de coche y por último fluorescentes, luego untaba el corsé por dentro con una especie de silicona flexible y echaba una gran capa de los cristales rotos. Una vez seca quedaba como una capa acristalada que se ajustaba desde la parte baja del pecho hasta la mitad de los gluteos. El dolor era indescriptible ya que cada paso, cada movimiento le producía nuevas heridas o rasgaba sobre heridas en carne viva. Apenas salía de la caravana para pasear solo porque el llanto aparecía varias veces durante los largos paseos.
Las noches las pasaba en vela con los libros y un diccionario de hindú traduciendo los secretos de una tradición milenaria. Nuestro amigo no era capaz de concentrarse y las infecciones le empezaron a provocar unas fiebres que le iban y venían según el día como amanecía. Cada cambio de tiempo lo notaba desde cuatro dias antes y cada vez fué saliendo menos a la calle. La maldición del Fakir parecía haber caído de lleno sobre sus hombros.
El día del estreno el circo rebosaba de público espectante, llegó la hora del número principal y la música sonó, trrrrrrrrrr trrrrrr El Fakir Acristalado salió retorciéndose suavecito con una bata de lentejuelas roida al centro de la pista. Un gran silencio se apoderó del personal, la bata cayó al suelo y el público se tapó la cara, su cuerpo lleno de heridas y postillas era un espectáculo desagradable, el sonido de las arcadas y el llanto de los niños hizo que  la grada se vaciara en unos minutos.
El público pidió la devolución del dinero y esa misma tarde un incendio generado en la zona de las viviendas acabó con todo lo que quedaba del circo.
Nadie echó de menos al Fakir acristalado y cuenta la leyenda que se mudó a una zona cálida de la India donde aprendió los poderes de una ciencia curativa milenaria llamada Ayurveda gracias a un maestro que lo acogió como aprendiz y dedicó el resto de su vida a intentar calmar el dolor ajeno.

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